DESTELLOS EN EL MAR... (Memorias de mi alma desnuda)
Hasta hace poco pensaba que la memoria pertenecía a mi pasado. Después pensé que la memoria podía abarcar mi pasado y mi futuro, como si incluyera recuerdos y premoniciones.
Ahora creo que la memoria no pertenece al tiempo, ni me pertenece a mí. La memoria es algo que vivo y algo que me vive.
Realidad e imaginación, vivencias y deseos, todo se funde en una realidad imaginada y en una fantasía vivida, donde nada es totalmente cierto y nada es totalmente mentira.
“No hay fragata como un libro
para llevarnos a tierras lejanas,
ni corceles como una página
de burbujeante poesía.
Esta travesía hasta el más pobre la puede hacer
sin la opresión de peaje;
cuán frugal es el carruaje
que lleva un alma Humana.
Emily Dickinson (USA, 1830 – 1886)
“Sin darnos cuenta,
leer nos enriquece la vida,
aviva la mente
e ilumina el alma”
Emilio Muñoz
(imagen propia)
Volver a ti…
Volver a respirar
tu inocencia,
tu alegría,
y el amor más puro
que en mí se arrulla.
Volver al éxtasis
de acelerar la existencia
como anónimos adolescentes,
con la ilusión que deja el amor
cuando se vive alocadamente,
llenos de pasión.
Buscarte en el pasado
si en el presente ya no te encuentro,
y adorar en los últimos y dorados
rayos de este eterno sol
tu gozosa presencia en mi vida.
Volver a ti, dichoso,
en el último crepúsculo;
incierto regreso
en el que mis manos
tomarán tu forma
y mis labios
dibujarán tu sonrisa.
El 25 de Abril de 2009 escribí el primer capítulo de esta serie que he ido creando de forma ininterrumpida a lo largo de los años, y publicando en varios de mis blogs, a día de hoy cerrados todos ellos, excepto este. No pretendía otra cosa que relatar a mi manera (con mis emociones y palabras) pasajes concretos de la obra “Romeo y Julieta” de Shakespeare, en la personal interpretación de Franco Zeffirelli, que añadió su genialidad a la del propio dramaturgo inglés. Dieciséis años después vuelvo a recrear una escena más, porque hay bellezas en la vida que jamás dejan de emocionarnos.
Pongo en los labios de Romeo y Julieta mi propia versión, mis palabras y mi ensoñadora imaginación para recrear una parte del Acto II. Escena II de la obra de Shakespeare. Tomo la idea original del dramaturgo, la hago mía y la transformo a mi gusto dándole un desarrollo diferenciado. ¡Por supuesto, sin alcanzar al genio! Ni siquiera lo pretendo… Solo intentar disfrutar de lo que hago, como siempre.
“Su corazón es propicio para un hogar ―
Yo ―un gorrión― edifico ahí
dulces entrelazadas ramas,
mi perenne nido"
Poema 84
Emily Dickinson (USA, 1830 – 1886)
JULIETA Es casi de día. Dejaría que te fueses,
pero no más allá que el pajarillo
que, cual preso sujeto con cadenas,
la niña mimada deja saltar de su mano
para recobrarlo con hilo de seda,
amante celosa de su libertad.
ROMEO ¡Ojalá fuera yo el pajarillo!
JULIETA Ojalá lo fueras, mi amor,
pero te mataría de cariño.
¡Ah, buenas noches! Partir es tan dulce pena
que diré «buenas noches» hasta que amanezca.
Romeo y Julieta. Acto II. Escena II
William Shakespeare (Inglaterra, 1564 – 1616)
Del film "Romeo & Juliet". Franco Zeffirelli
Ya se habían despedido una primera vez, y los dos se daban la espalda; Romeo para salir del jardín de Julieta, y la joven para dejar el balcón en dirección a sus aposentos, pero repentinamente Julieta se gira para urgir con premura a Romeo…
― Espera, Romeo, no abandones aún el jardín…
El joven se detiene, se gira y espera a que prosiga Julieta…
Pero Julieta parece haber sido raptada por un suspiro. Al fin se adelanta él.
― Esperando estoy a que tu dulce voz acaricie mis oídos, mi adorada Julieta.
Julieta sale lentamente de su ensimismamiento.
― Perdonad este lapsus que he sufrido, pero es tal el sofoco que ha surgido de mi pecho al ver de nuevo tu rostro que me faltaba el aire para poder hablarte…
Julieta vuele a quedar en silencio, nuevamente abstraída. Pasados unos segundos, con la mayor de las dulzuras, Romeo intenta despertar a la joven de su ensoñación.
― ¿Y bien, mi amor?
― Oh, perdóname nuevamente. Es tal tu belleza, tal el amor que irradian tus ojos, que siento que todo mi ser queda paralizado y atrapado por tu encanto.
Prosigue Julieta…
― Y debo confesaros que no sabía qué deciros, pues solo pretendía detenerte para tener tan dichosa presencia conmigo unos instantes más.
Tras un momento de silencio, como si necesitara superar cierta timidez, sincera su profundo amor y su inocencia.
― Me resulta doloroso no encontrar la forma de convertir en eterno este instante…
En Romeo se enciende una llama que difícilmente puede contener…
― Si pudieras comprender el fuego que has prendido en mi corazón, sabrías lo difícil que es para mí apartar la mirada y alejarme de este santo lugar.
― ¿Qué puedo decir, Romeo?
― No digas nada, y así yo esperaré sin pausa a que tus labios hablen. Y tú, al ver mi constante presencia seguirás sofocada y sin poder pronunciar palabra alguna. Sin darnos cuenta haremos eterno este instante. Y nuestro amor se convertirá en inmortal, consiguiendo que el tiempo guarde nuestro maravilloso y secreto tesoro.
Julieta, después de unos momentos de extrema excitación rompe su silencio para exclamar agitada…
― ¡Oh, Romeo, Romeo…! ¡Subid y sellemos nuestro amor con un beso y un abrazo que alimente nuestra pasión hasta que mañana podamos nuevamente encontrarnos!
Literalmente fundidos parecería que nada pudiera reconstruir la individualidad de los dos seres que se abrazan. Pero nuevamente se oyó la voz de su aya reclamar la presencia de Julieta. Romeo deshace tan dichoso momento…
― Adiós, mi amor, temo que sea la noche la que se me haga eterna esperando el momento de volver a estar en tu presencia. Esperaré ansioso la llegada del alba para celebrar junto al sol la dicha de maravillarme nuevamente contigo.
― ¡Ay, Romeo!, ¿cómo puede haber pasado? ¿Qué hay en nosotros para habernos visto tan apasionadamente enamorados? ¿Qué fuerza es esta que nos arrastra y que ni siquiera podemos dignarnos comprender? ¿Y este fuego que devora mis entrañas y agota mi respiración…? Tantas son las preguntas y tan pocas las respuestas…
Se detiene un momento para tomar el aire que le falta…
― Aunque, tal vez, si pudiéramos comprenderlo todo, el amor se desvanecería como ocurre con la bruma matinal al ser caldeada por los primeros rayos del sol. Mejor será dejarse llevar sin comprender… solo vivir, ser parte de este milagro y vivirlo como lo que es: una inesperada bendición.
― ¡Adiós, mi amado!
― ¡Hasta mañana, mi amada!
Al fin sus cuerpos comienzan a desprenderse, no sin dejar deslizar sus brazos y manos con emocionada ternura, hasta que se separan en la punta de los dedos.
Vivir una experiencia así es una más de las muchas bellezas que intuyo que olvidaré al dejar esta vida, como vengo a expresar en mi poema “Un luminoso despertar” publicado en mi blog “Pensar y sentir”, y del que creo que en algún momento debería extenderme para que fuera más fácilmente comprensible. Como allí digo, cuando no lo recuerde, nada sentiré. Pero ahora me entristece pensar que quedará olvidado, como tantas otras bellezas vividas.
“…en su dibujo bellísimo,
en su sola verdad de cuerpo advenido;
oh dulce realidad que yo aprieto, con mi mano, que por
una manifestada suavidad se desliza”
Vicente Aleixandre (España, 1898 – 1984)
Tomo su amable gesto
con la humildad y sutileza
que antaño las damas
dejaban caer el pañuelo
para que un probo varón
tuviera la ocasión
de demostrar su cortesía
y estima al recogerlo.
Y así, bien dispuesto,
imagino disponerme
a tomar y agitar
tan íntima prenda,
cautiva del aroma
que agradable emana
de vuestro cuerpo,
para depositarla
con sana admiración
en vuestra grácil mano.
Y aprovecho
tan propicia oportunidad
para recoger vuestros dedos
en las yemas de los míos
y con una solemne inclinación
atreverme a dejar
en la delicadeza de vuestra mano
un casto y templado beso.
Las miradas
oportunamente se cruzan,
se hablan y se dicen
lo que ya apuntan los gestos…
Las miradas…
dulcemente abrazadas,
eternamente suspendidas
en ese concreto momento…
“Llevan una rosa en el pecho los enamorados y suelen besarse
entre un rumor de girasoles y hélices.
(…)
Estaré enamorado hasta la muerte y temblarán mis manos al
coger tus manos y temblará mi voz cuando te acerques
y te miraré a los ojos como si llorara”
De “Llevan una rosa en el pecho los enamorados y suelen besarse...”
Pere Gimferrer Torrens (España, 1945 - …)
Si a mí vienes,
llega siendo quien eres,
―no más, no menos…―
Transparentando tu amor,
totalmente desnuda
en cuerpo y alma,
con tu cuerpo de mujer
ansiando ser transitado
con mis manos
y besada por mis labios.
Si a ti voy,
llegaré libre de preocupaciones,
solo dejándome llevar
por el puro placer
de vivirte y amarte,
en tus extremos,
palpitando de pasión.
Si vienes a mí,
reposa en mi pecho
y anida en mi alma,
compartiendo el fuego y el agua,
volcán y manantial
que mana de nuestro interior.
Y siendo tu esencia
eterna primavera,
―siempre florida, siempre serena…―
seamos pura inocencia
y retoñemos como niños,
ilusionados y soñadores,
en cada gesto de amor.